Sesión 1: Introducción
1)¿Qué es escribir?
Un escritor afirmó: escribir es pensar despacio. Esa es una interesante aproximación al hecho de escribir. Cuando hacemos uso de la palabra hablada constantemente somos elípticos, hacemos reducciones de distinto tipo que nos hacen apenas comprensibles; es un uso del lenguaje utilitario, para la inmediatez. Cuando escribimos tenemos tiempo para las incertidumbres, para la reflexión —más o menos fructífera dependiendo de nuestro manejo del lenguaje— en torno al texto que estamos construyendo. Por esta razón conocer y ejercitar las herramientas de redacción debería ser una preocupación prioritaria para cualquier persona.
2)La cultura de los libros
El escritor argentino Jorge Luis Borges, decía sobre los libros: "De los muchos materiales del hombre, el más asombroso es sin duda el libro. Los demás son extensiones del cuerpo. El microscopio, el telescopio son extensiones de la vista. El teléfono es la extensión de la voz, Luego tenemos el arado y la espada como extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa, el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación".
Por eso no es un hecho trivial el que haya culturas que se dedicaran en ciertos momentos a quemar libros, tratando de borrar las ideas de personas dentro de sus mismos integrantes o de otras culturas buscando la dominación de éstas.
Cuando escribimos, aunque no tengamos la intención de ser publicados, estamos entroncados con esta cultura la cual ha permitido a la humanidad conservar ideas e historias como las tragedias griegas, los relatos bíblicos, los primeros preceptos legales, entre otras expresiones culturales que aún influencian poderosamente nuestra vida, por lo tanto, el acercamiento a las técnicas de redacción debe ser de respeto y una honesta intención de no traicionar esta cultura.
3)La redacción
Gonzalo Martín Vivaldi, en su “Curso de redacción”, define: “redactar, etimológicamente, significa compilar o poner en orden; en un sentido más preciso, consiste en expresar por escrito los pensamientos o conocimientos ordenados con anterioridad”.
Esta primera idea nos acerca a otra del escritor norteamericano Henry James quien comentaba que “la vida es toda inclusión y confusión; la escritura, selección y discriminación”. De cualquier manera el primer paso será fijar nuestra atención en un tema, en una idea, en una anécdota y, a partir de ella, comenzar ese trabajo, primero de recopilación, de detección de todas aquellas ideas relacionadas y, posteriormente, el de jerarquización en aquellas ideas principales y secundarias, el punto de vista y, sobre todo, la intención de nuestro texto.
Prosigue Martín Vivaldi, diciendo: “Redactar bien es construir la frase con exactitud, originalidad, concisión y claridad”.
Primero observamos el verbo construir: es decir, media un esfuerzo, una técnica y de allí surge la frase. No es sólo talento innato ni ráfagas de inspiración, hay un conjunto de técnicas artesanales para moldear el lenguaje a nuestras intenciones.
Luego tenemos la exactitud: uno de los conceptos más repetidos —y ciertos— en la enseñanza de la escritura es el siguiente: el detalle es la vida de la escritura. La escritura es expresión, no sólo de sentimientos sino del marco referencial cultural en el cual nos desenvolvemos, necesitamos las palabras precisas, las más apropiadas y los adjetivos y las explicaciones más pertinentes, así se está en camino de construcción de un buen texto.
Posteriormente se habla de la originalidad. Esta es posible que sea una meta sólo al alcance de grandes escritores, sin embargo, en una escala menor, podemos esforzarnos en evitar los lugares comunes, la jerga técnica y los coloquialismos innecesarios, en fin, todas aquellas máscaras del lenguaje que establezcan un molde que nos impida expresarnos.
Finalmente, se habla de la concisión y la claridad. Debe haber un esfuerzo constante para evitar la dispersión, necesitamos concretar nuestras ideas y exponerlas al lector para que conozca de qué se le habla. Y esto debe hacerse de una manera clara, de una manera eficiente, con el número de palabras suficiente para alcanzar la compresión.
4) Las metas de la redacción
Básicamente debería ser, en un primer momento, expresarnos, sentirnos satisfecho con la forma en la cual hemos expuesto por escrito nuestras ideas. La siguiente fase es la compresión por parte no de cualquier lector sino de un lector promedio informado acerca del marco referencial cultural en el cual se enmarca el texto.
Edgar Allan Poe decía: el efecto lo es todo. Y esta máxima, generalmente aplicada a la escritura de ficción, es extensible al resto de la escritura: si estamos redactando un anuncio clasificado, el efecto que deseamos lograr es la venta, allí nos tenemos que dirigir; si es una nota de prensa, el efecto puede ser meramente informativo o de reflexión; si se trata de un cuento puede querer lograrse la compasión, el temor y la risa; y así nos encontraremos con una intención por cada tipo de texto, a la cual deberíamos obedecer.
©Jesús Nieves Montero
Un escritor afirmó: escribir es pensar despacio. Esa es una interesante aproximación al hecho de escribir. Cuando hacemos uso de la palabra hablada constantemente somos elípticos, hacemos reducciones de distinto tipo que nos hacen apenas comprensibles; es un uso del lenguaje utilitario, para la inmediatez. Cuando escribimos tenemos tiempo para las incertidumbres, para la reflexión —más o menos fructífera dependiendo de nuestro manejo del lenguaje— en torno al texto que estamos construyendo. Por esta razón conocer y ejercitar las herramientas de redacción debería ser una preocupación prioritaria para cualquier persona.
2)La cultura de los libros
El escritor argentino Jorge Luis Borges, decía sobre los libros: "De los muchos materiales del hombre, el más asombroso es sin duda el libro. Los demás son extensiones del cuerpo. El microscopio, el telescopio son extensiones de la vista. El teléfono es la extensión de la voz, Luego tenemos el arado y la espada como extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa, el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación".
Por eso no es un hecho trivial el que haya culturas que se dedicaran en ciertos momentos a quemar libros, tratando de borrar las ideas de personas dentro de sus mismos integrantes o de otras culturas buscando la dominación de éstas.
Cuando escribimos, aunque no tengamos la intención de ser publicados, estamos entroncados con esta cultura la cual ha permitido a la humanidad conservar ideas e historias como las tragedias griegas, los relatos bíblicos, los primeros preceptos legales, entre otras expresiones culturales que aún influencian poderosamente nuestra vida, por lo tanto, el acercamiento a las técnicas de redacción debe ser de respeto y una honesta intención de no traicionar esta cultura.
3)La redacción
Gonzalo Martín Vivaldi, en su “Curso de redacción”, define: “redactar, etimológicamente, significa compilar o poner en orden; en un sentido más preciso, consiste en expresar por escrito los pensamientos o conocimientos ordenados con anterioridad”.
Esta primera idea nos acerca a otra del escritor norteamericano Henry James quien comentaba que “la vida es toda inclusión y confusión; la escritura, selección y discriminación”. De cualquier manera el primer paso será fijar nuestra atención en un tema, en una idea, en una anécdota y, a partir de ella, comenzar ese trabajo, primero de recopilación, de detección de todas aquellas ideas relacionadas y, posteriormente, el de jerarquización en aquellas ideas principales y secundarias, el punto de vista y, sobre todo, la intención de nuestro texto.
Prosigue Martín Vivaldi, diciendo: “Redactar bien es construir la frase con exactitud, originalidad, concisión y claridad”.
Primero observamos el verbo construir: es decir, media un esfuerzo, una técnica y de allí surge la frase. No es sólo talento innato ni ráfagas de inspiración, hay un conjunto de técnicas artesanales para moldear el lenguaje a nuestras intenciones.
Luego tenemos la exactitud: uno de los conceptos más repetidos —y ciertos— en la enseñanza de la escritura es el siguiente: el detalle es la vida de la escritura. La escritura es expresión, no sólo de sentimientos sino del marco referencial cultural en el cual nos desenvolvemos, necesitamos las palabras precisas, las más apropiadas y los adjetivos y las explicaciones más pertinentes, así se está en camino de construcción de un buen texto.
Posteriormente se habla de la originalidad. Esta es posible que sea una meta sólo al alcance de grandes escritores, sin embargo, en una escala menor, podemos esforzarnos en evitar los lugares comunes, la jerga técnica y los coloquialismos innecesarios, en fin, todas aquellas máscaras del lenguaje que establezcan un molde que nos impida expresarnos.
Finalmente, se habla de la concisión y la claridad. Debe haber un esfuerzo constante para evitar la dispersión, necesitamos concretar nuestras ideas y exponerlas al lector para que conozca de qué se le habla. Y esto debe hacerse de una manera clara, de una manera eficiente, con el número de palabras suficiente para alcanzar la compresión.
4) Las metas de la redacción
Básicamente debería ser, en un primer momento, expresarnos, sentirnos satisfecho con la forma en la cual hemos expuesto por escrito nuestras ideas. La siguiente fase es la compresión por parte no de cualquier lector sino de un lector promedio informado acerca del marco referencial cultural en el cual se enmarca el texto.
Edgar Allan Poe decía: el efecto lo es todo. Y esta máxima, generalmente aplicada a la escritura de ficción, es extensible al resto de la escritura: si estamos redactando un anuncio clasificado, el efecto que deseamos lograr es la venta, allí nos tenemos que dirigir; si es una nota de prensa, el efecto puede ser meramente informativo o de reflexión; si se trata de un cuento puede querer lograrse la compasión, el temor y la risa; y así nos encontraremos con una intención por cada tipo de texto, a la cual deberíamos obedecer.
©Jesús Nieves Montero
Etiquetas: Material teórico
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